Buenos días
Soy Alejandro, inmigrante, arquitecto de 53 años y siempre he vivido de mi profesión en todos los países en los cuales he residido, y en Barcelona desde los últimos 17 años haciendo mis aportes y pagando mis impuestos. En los últimos años, debí cerrar mi empresa desde la cuál, en su momento, di trabajo a mucha gente. Actualmente realizo otra actividad, pero apenas llego a fin de mes.
Siendo usuario del sistema home-sharing como huésped, tomé la decisión de pasar a ser anfitrión y recibir viajeros en casa. Inicialmente fue mi forma de poder seguir pagando el alquiler y no tener que dejar mi casa y el barrio de Gracia donde me siento tan bien acogido desde hace 7 años.
Compartir mi casa implica que cedo la habitación principal por unos días a mis huéspedes y duermo en el vestidor. Renunciar a disfrutar de mi casa al completo, en mi caso es una necesidad, si bien tiene mucho de positivo y es una muy buena forma de socializar y ampliar miras, conocer idiosincrasias y en cierta forma “viajar”, en estos momentos que me es imposible hacerlo como lo hacía antes. Considero que educa y enriquece a la persona, lo cual vuelve directamente a la sociedad y su entorno.
Vivo en casa y recibo invitados. Comparten mi vida y relaciones por unos días. Les guío a conocer algo más que paella y sangría por 60€ en las Ramblas. La gente que recibo en mi casa bien podría alojarse en un hotel, pero ésta es una forma distinta para adentrarse en nuestra forma de vida dentro de la ciudad. Se hace turismo de barrio y consumo en los comercios de proximidad, lo cuál beneficia a todos, sumando que es una alternativa sostenible. Mis invitados respetan la casa, la escalera y el barrio.
Me centro en recibir familias que vienen a hacer tratamientos a sus hijos, de los cuales no disponen en sus países de origen, permitiéndoles pasar ese momento de forma menos traumática al contar con una persona local que les ayuda con trámites y con el idioma.
No se puede comparar el hacer esta actividad puntualmente a querer equipararnos con una actividad profesional. Por mi parte es un complemento que genera unos recursos que son declarados y pagan sus impuestos a hacienda. Si quisieran equipararnos a otra actividad sería más bien comparable a la gente que comparte su piso o reciben estudiantes por mes, los cuales no tienen ningún tipo de regulación, y aparentemente no les genera ningún tipo de inquietud, aunque no declaren sus ganancias.
Entiendo que la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, a través de su recientemente publicado Plan Urbanístico, basen sus modelos de gestión en las corporaciones económicas que les permiten recau
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