Soy inmigrante, nieta de inmigrantes y me crié en un país constituido mayoritariamente gracias a la inmigración, no concibo la vida de puertas cerradas porque en mi casa las puertas siempre han estado abiertas para amigos, vecinos, familia, conocidos y por qué no ?… turistas que buscan una experiencia alejada del circuito habitual. Vivo en Barcelona, entre otras cosas, porque es una ciudad que se define a sí misma como multicultural, de puertas abiertas y acogedora, ésta fórmula, compartir los hogares, “llars compartides” o “home sharing”, además de suponer un beneficio para mí y gente como yo, también lo es para la ciudad. Mediante esta actividad se da uso y se revaloriza el espacio que nos sobra; se hace frente a alquileres abusivos e hipotecas, permitiendo que los ciudadanos continúen viviendo en sus hogares, en sus barrios, en esta ciudad, esto frena la gentrificación y ayuda a mantener los precios de los alquileres en los barrios, no los expulsa. Somos ciudadanos de a pie, no ejercemos de profesionales en nuestras casas y pagamos nuestros impuestos. Nuestra relación con los huéspedes nada tiene que ver con un hotel. Nuestros huéspedes en nuestra casa, comparten nuestras vidas, nuestras pertenecías y recuerdos conviven con ellos en ella. Es un intercambio entre personas que tienen algo que ofrecer y lo necesitan para vivir y personas que quieren conocer el corazón de los barceloneses. Esta actividad se merece una regulación de acuerdo a lo que es, nuestra casa no es un negocio. No somos empresarios hoteleros, no somos piso turístico. Soy vecina y anfitriona, soy socia de ViA (Veïns i Anfitrions), lucho por que se entienda la diferencia. Actualmente el Ayuntamiento de Barcelona mantiene una campaña que dice estar centrada en la búsqueda de Pisos Turísticos Ilegales o sin licencia, en la realidad no ha diferenciado Piso Turístico Ilegal de “Llars Compartides” y muchos Anfitriones nos vemos perseguidos por una campaña que nos trata como ciudadanos infractores, la página web al servicio de la delación no hace más que confundir todos los conceptos y promueve la mala relación entre vecinos. Por otro lado aquí se nos está preguntando por economía colaborativa: el otro rol del ciudadano productor. ¿Cuándo una actividad se puede considerar parte de la economía colaborativa? ¿Hace falta diferenciar la figura del ciudadano agente productor del profesional que actúa a través de estas plataformas digitales?
Mi respuesta es: claro que hace falta diferenciar ciudadano productor de profesional, me considero ciudadana productora, creo que Llars compartides es economía colaborativa aunque en la transacción aparezca el d
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