Somos una familia de cuatro miembros. Mi mujer de 51 años era empresaria y tuvo que cerrar la empresa de traducciones que fundó junto a su padre y su hermana. Yo tengo 58 y la crisis, hace 10 años, puso punto final a mi carrera profesional. Ni ella ni yo tenemos esperanza de encontrar trabajo ni posibilidades de arrancar un nuevo negocio. Mi hija mayor va a la Universidad. Mi hijo pequeño, a la escuela. Somos tan afortunados de que disponemos de un piso que podemos alquilar a turistas para sacar un dinero que nos permite pagar la universidad y el colegio de mi hijo. Las tasas universitarias no podría pagarlas de otra forma. Para nosotros, esta opción es un salvavidas. Regularlo como si yo fuese un profesional y gravarlo con impuestos excesivos es poner dificultades a nuestra vida. Supongo que el nuestro no es el único caso en que el alquiler turístico representa un respiro económico. Por favor, no recorten más. Los ciudadanos ya hemos sufrido suficiente las consecuencias de la crisis y la inoperancia del gobierno de España.
Sincerely,
Ignasi Raventos
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